Cuidado facial 4 Mar 2019

Manchas en la cara… ¿Qué hago con ellas?

Cuando tenía 20 años las manchas no me parecían un problema. No hablo de las propias, porque como es de suponer, aún no tenía. Veía a mi madre quejarse de las suyas por un pasado de mucho sol y le decía, “pues ponte maquillaje y listo”; envidiaba a las chicas con pecas (sin saber que no dejan de ser manchas y que van a peor cuando son “menos chicas”); y si veía un anuncio de un cosmético para combatirlas, la modelo siempre era tan guapa que ni me fijaba en que tuviera zonas más oscuras…un detalle sin importancia.

Unos años después dejé de tomar la píldora y me llegó el castigo por haber ignorado las discromías varias en forma de estupenda mancha en el bigote: ¡la más fea de todas!

Recuerdo esos viajes a spas a los que me invitaban como periodista de belleza en sitios paradisíacos y yo tapando el labio superior con el cinturón del albornoz. Fue entonces cuando adquirí el hábito de la protección solar SPF 50, y gracias a ello en mis dos embarazos el melasma o famoso “paño de embarazada” fue sutil. Según la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), la causa del melasma no está clara, aunque está relacionada con la gestación o la toma de anticonceptivos; es decir, con los cambios hormonales femeninos. Así que mi relación con las hiperpigmentaciones empezó a mejorar… hasta que cumplí los 40.

La crisis (de manchas) de los 40

Entonces llegaron poco a poco y sin avisar, así en plan traicionero, otras manchitas más localizadas en la zona alta de los pómulos y alguna en la frente, que se acentúan (hablo en presente porque aunque las estoy tratando y están mejor, aquí siguen, las muy impertinentes) cada verano. Aparecieron antes incluso, porque yo corro habitualmente y al aire libre, y aunque no salga jamás sin protegerme de la radiación solar, el sudor actúa como una lupa. ¿Y qué pasó? Pues que ya no me parecieron tan insignificantes. Unidas a las arruguitas y a unos poros que antes estaban bien cerraditos y ya no tanto, las manchas son muy feas, esa es la verdad. Así que llevo desde entonces manos a la obra e intento ser “de libro” para combatirlas.

Recomendaciones para evitar las manchas

Os cuento lo que estoy haciendo, y que a mi me funciona:

  1. Siempre, siempre, siempre, salgo de casa con protección solar SPF 50, y si practico running y voy a estar más de dos horas al aire libre, la reaplico incluso en invierno. También me cuido de la radiación desde dentro con fotoprotección oral, empiezo en cuanto empieza la primavera. Me ayuda a defenderme de una manera más segura y también más eficaz.
  2. Nunca descuido mis manos. Ojo con esta zona que se nos olvida y está expuesta continuamente: también necesita protección solar, ¿os habéis fijado en la de lentigos que salen con los años?
  3. De mañana aplico productos antioxidantes con Vitamina C. Es la reina para una piel con mejor textura, luminosa, y (esto es menos conocido) también para tratar las manchas.
  4. De noche elijo retinoides. Si hubiera un naufragio en un barco cargado de cremas, salvaría sin dudarlo a los cosméticos con retinol, los de Vitamina C y los protectores solares. El retinol me chifla como activo antiedad a todos los niveles, pero es que además estoy descubriendo su poder despigmentante.

Mi experiencia con la cosmética anti-manchas

Hasta hace poco era escasa si hablamos de productos específicos. Confieso que la culpa es de cierta pereza para incorporarlos a mi rutina de belleza y porque las texturas de los que probé previamente no me gustaban: notaba que secaban mi piel. En cambio llevo ya tiempo usando cosméticos con retinol: no me gustan todos, porque algunos me sensibilizan la piel demasiado o “me pelan” en momentos en los que me viene fatal. Hace un año empecé a utilizar el Serum Booster Discrom Control de Neoretin (lo combino con otro retinol más potente una vez por semana de Zo Skin Health llamado Avanced Radical Night Repair), que tiene una tecnología con retinol, RetinSphere, capaz de renovar las capas superficiales de la piel mejorando su textura, y también difumina las manchas igualando el tono de la piel: he ido notando el cambio, y ahora que se han lanzado Neoretin Ultra Emulsión como despigmentante intensivo y Neoretin Transition Cream como tratamiento de mantenimiento, voy a seguir con la línea; destacaría la concentración superior de retinol de ULTRA (0,5%) con respecto al Serum Booster Fluid, y que incluye ácido tranexámico al 2%, un agente despigmentante que a la vez previene que aparezcan manchas en la piel nuevas. Es pronto para valorar estos dos nuevos productos, pero he empezado a utilizar esta última y ya he descubierto algo ya de entrada después de un par de semanas: tolero mejor los retinoides. Es decir, tengo, lo que ahora se llama, “una piel retinizada”, y esto es fundamental para ir acostumbrándola a recibir un activo tan S.O.S. Además, me ha convencido por un plus en su fórmula: protege frente a las polución gracias a su tecnología Edafence, y esto es fundamental, porque recientes estudios han confirmado que la contaminación de las ciudades además de asfixiar la piel, empeoran las manchas y las arrugas. ¡Ah, y además no siento la piel reseca!

Cuando tenía 20 años las manchas no me parecían un problema. No hablo de las propias, porque como es de suponer, aún no tenía. Veía a mi madre quejarse de las suyas por un pasado de mucho sol y le decía, “pues ponte maquillaje y listo”; envidiaba a las chicas con pecas (sin saber que no dejan de ser manchas y que van a peor cuando son “menos chicas”); y si veía  un anuncio de un cosmético para combatirlas, la modelo siempre era tan guapa que ni me fijaba en que tuviera zonas más oscuras…un detalle sin importancia.

Unos años después dejé de tomar la píldora y me llegó el castigo por haber ignorado las discromías varias en forma de estupenda mancha en el bigote: ¡la más fea de todas! Recuerdo esos viajes a spas a los que me invitaban como periodista de belleza en sitios paradisíacos y yo tapando el labio superior con el cinturón del albornoz. Fue entonces cuando adquirí el hábito de la protección solar SPF 50, y gracias a ello en mis dos embarazos el melasma o famoso “paño de embarazada” fue sutil. Según la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), la causa del melasma no está clara, aunque está relacionada con la gestación o la toma de anticonceptivos; es decir, con los cambios hormonales femeninos. Así que mi relación con las hiperpigmentaciones empezó a mejorar… hasta que cumplí los 40.

 

Silvia Capafons

Silvia Capafons

Periodista de belleza y salud

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