Expertos 23 Oct 2015

Proyecto de la Dra. Galván en Malawi

Esta semana en “Todo por tu Piel” nos visita la Dra. Galván, queremos que nos hable de su proyecto en Malawi. La Dra. Cristina Galván, es dermatóloga en el Hospital Universitario de Móstoles (Madrid).

¿Cómo llega una dermatóloga a Malawi?

El pasado mes de Septiembre, Manuel y Brian, dos misioneros que trabajan en Benga (Malawi) me visitaron en Madrid. Sabían por Marta, una paciente muy querida, que yo estaba involucrada en proyectos de cooperación internacional y querían trasladarme su preocupación por la salud dermatológica de los habitantes de la zona. «Muchas personas  tienen costras, úlceras y erupciones purulentas en la piel». Así es como me lo transmitieron.

Me interesé por las características sociales y sanitarias del país, y en especial de la zona que ellos atienden. Podemos resumirlas diciendo que es la zona número uno en SIDA y la número dos en pobreza a nivel mundial y que tiene un sistema sanitario mínimo, al que la población rural tiene muy difícil acceso.

Con estos datos, no lo dudamos un momento y nos pusimos manos a la obra a organizar el proyecto. En esta ocasión, sin el respaldo de una ONG, además de las cuestiones médicas tuvimos que encargarnos de asuntos para mi mucho mas complicados, cómo el económico. Tengo que confesar que hasta pocas semanas antes del viaje no las tenía todas conmigo. Me veía pidiendo un préstamo para poder adquirir el material presupuestado. Las cuestiones organizativas a nivel local, afortunadamente, las sacaron adelante desde allí los misioneros.

Así fue cómo nos presentamos, paciente y dermatóloga, con 120 kg de medicinas y material médico en una misión de Malawi rural, desde donde atendíamos de sol a noche cerrada una cola interminable de pacientes.

¿Cuáles son las patologías dermatológicas que se sufren allí?

Es cierto que hemos diagnosticado algunas enfermedades que aquí son muy infrecuentes o no existen, pero la realidad es que lo más frecuente son las enfermedades infecciosas comunes y bien conocidas en Europa. La particularidad es que el SIDA y la pobreza, con las malas condiciones de vida, la desnutrición, y la falta de medicamentos elementales, hacen que se manifiesten de una forma escandalosa. Las tiñas, las sarnas y los impétigos, todas ellas fácilmente curables, además de ser muy numerosas, se muestran con una intensidad impactante. No toleraríamos ni una décima parte de esa intensidad en un hijo nuestro.

¿Cómo se puede mejorar la vida de las personas de la zona?

Hablando de estos temas, algunas personas me comentan que no tiene sentido ir. Que además de Benga hay otras zonas en Malawi, otros países en África y otras regiones del mundo muy necesitadas. Que lo poco que podemos hacer tres locos en unos pocos días no merece la pena. En esas ocasiones me gusta enseñarles alguna de las fotos con problemas cutáneos importantísimos y fácilmente solucionables y decir: “a esta persona, a esta madre, a este niño… si le valió la pena”.

Lo que podamos hacer, cada uno en nuestra parcela, mejora la situación. Además es imprescindible actuar con el personal sanitario local, de manera que puedan mejorar sus habilidades diagnósticas y terapéuticas. De la misma manera que lo es dedicar tiempo a instruir con consejos de prevención a los pacientes. Esto a veces es muy difícil, hasta da vergüenza hacerlo, cuando tienes que recomendar misiones imposibles cómo alimentar adecuadamente a los niños a familias que no tienen nada. En estos casos vuelvo a sentirme agradecida a la división de funciones, porque puedo remitir a la familia a los misioneros, que tienen programas especiales de ayuda a los más necesitados. En una comparación hospitalaria, te da la tranquilidad que da solicitar una interconsulta a otro especialista cuando tu paciente tiene un problema que se sale de tu área desconocimiento.

Por último, me parece muy importante el mantenimiento en el tiempo. Durante el resto del año, mantenemos una red de tele dermatología mediante la cual los sanitarios locales o el personal de la misión nos mandan casos para diagnóstico para orientación diagnóstica y terapéutica. Antes o después, hemos ido pudiendo mandar las medicinas necesarias para estos casos.

En el tiempo que has estado este año, ¿cuál es la historia que te ha dejado huella?

Esta es la pregunta más difícil. Me parece que tengo más huellas que la playa un sábado de Agosto a las 9 de la noche. Me ha grabado la amabilidad y el agradecimiento de todos los pacientes. Me han grabado los casos graves que teníamos que remitir a Hospitales de Referencia, cómo las lepras sin diagnóstico previo en pacientes jóvenes o un tumor maligno operable en una paciente de 12 años, que tras escuchar la información atentamente nos decían: “Muchas gracias, pero no iré porque no me puedo costear los viajes”.

Pero seguramente lo que más huella me ha dejado es el caso de un bebé de dos meses.

Su madre lo tuvo, envuelto en su manto, esperando en la cola todo el día. Cuando nos íbamos, porque era noche cerrada, se levantó llorando pidiendo que le atendiéramos. Daba igual que hablara en Chichewa, se le entendía perfectamente.

Al acercarnos, con la linterna descubrimos a un bebé ardiendo, con intensa dificultad respiratoria y con la piel cubierta íntegramente de ampollas hemorrágicas. No sé lo que tenía, he enseñado las fotos a varios dermatólogos especializados en niños y sin exploraciones complementarias el diagnóstico no es claro. Lo que sé es que estaba agonizando.

El caso estaba muy lejos de los propósitos de nuestro proyecto, pero no podíamos hacer otra cosa. Sin perder un segundo empezamos a tratarle diluyendo, machacando y subdividiendo los medicamentos que llevábamos para otros casos y otras edades. Dos horas más tarde había mejorado y cinco días más tarde daba gusto verle. Había salvado la vida. No sé de qué, pero se había curado.

¿Cómo puede colaborar la gente al proyecto?

Las circunstancias de cada uno son muy distintas y la vida nos cambia mucho. Cada uno sabemos cuáles son nuestras obligaciones prioritarias y no siempre es posible irse lejos.   Eso no quiere decir que no se pueda ayudar o que una ayuda sea menos importante que otra.

De hecho, este proyecto ha sido posible gracias a la generosidad de entidades, empresas y personas individuales que han querido ayudar económicamente. Otras personas han trabajado altruistamente en la preparación del viaje y del envío de medicamentos. Otros han aconsejado o trabajado en las plataformas informáticas con las que hemos podido recoger los datos médicos, que tras su análisis nos han ayudado a preparar más acertadamente la próxima campaña (mucho más ambiciosa, por cierto…). Los chicos del Instituto cercano a mi casa, han dado charlas en escuelas y centros culturales y han hecho actividades para recaudar ayudas. Un grupo de dermatólogos forman parte de un grupo de consulta para los casos difíciles de diagnóstico tele dermatológico. Hemos seleccionado una enfermera y vamos a seleccionar otro dermatólogo para ver si este año podemos terminar con las colas…

Como ves, las maneras de ayudar son incontables, y repito que todas importantes.

Para más información o colaborar con el proyecto, puedes contactar a través de este correo electrónico: fundacion@emalaikat.es (Indicar en el asunto Proyecto Dra. Galván)