“El protector solar, mi crema antienvejecimiento de cabecera” por Silvia Capafons
Yo pensaba que hoy en día las personas con cultura y preocupadas por la salud (y la estética) utilizaban protector solar de manera asidua. Que mi entorno lo hacía era incuestionable para mi, lo creía de verdad. Hasta hace un par de semanas, que tuve una barbacoa en una casa con piscina, y una prima me preguntó por las mejores cremas anti-envejecimiento; a sus 33 años utilizaba cosmética con ácido hialurónico, vitamina C y alfahidroxiácidos, pero, ojo, el protector solar solo “para los ratos de piscina”.
Seguramente mi prima pertenezca a ese 50 % de jóvenes que aún no ha interiorizado el mensaje, aunque por suerte, desde 2016 la cifra de usuarios de factor 50 en esa edad aumenta un 10% cada año; el caso es que le recomendé a un dermatólogo que le hizo una ecografía cutánea: fue verlo, entenderlo e interiorizarlo. A veces necesitamos ver para creer, pero en cuestión de daños producidos por la radiación solar es esencial adelantarse, porque luego es tarde.
Con todo, a partir de cierta edad, hay pistas: ¿Cómo está la piel del rostro, cuello o escote en comparación con la de otras zonas que solemos llevar tapadas? Llevo grabada a fuego la frase que una vez me dijo el Dr. Julián Conejo-Mir, gran dermatólogo: la mejor crema antiarrugas es el protector solar. De poco sirve regalarle a la piel el mejor elenco de activos en formato de crema, ampollas o sérum diario si no añadimos como paso final ese escudo contra la radiación UVB, UVA, infrarrojos y luz visible. De hecho, según las sociedades de dermatología a nivel internacional, el daño producido por el sol es el culpable del 80% del envejecimiento. De las manchas, de las arrugas, de la falta de colágeno y de la sequedad.
Aquí pueden surgir varias dudas, y yo voy a contar cómo las resuelvo:
- ¿Cambiamos todas las cremas por el protector solar?
La respuesta es no. Nuestra piel necesita determinados activos por la mañana (antioxidantes, sobre todo), y el protector solar sería el último paso tras la hidratante, y sin duda el más importante; de noche no aplicamos SPF, pero sí necesitamos regenerar la piel. Así que, aunque hay varias opciones de rutina (de día), yo escojo la siguiente: limpieza, sérum, hidratante y fotoprotector. Después, si quiero, maquillaje.
- ¿Escogemos uno que tenga acción anti-edad?
Tenemos dos opciones: o utilizar un tratamiento previo que incluya aquella fórmula que nuestra piel necesita para retrasar el envejecimiento y a continuación el protector solar, o buscamos uno que contenga esos activos anti-edad. Yo prefiero el primer caso, porque además el protector, por su textura y por los filtros que contiene hace más difícil la labor de dos en uno al 100%.
Os cuento: durante todo el año utilizo un sérum o ampolla con antioxidantes (C y E), una crema en función de lo que mi piel me pida en ese momento (habitualmente hidratante, porque tiende a secarse) y un fotoprotector adecuado a la época del año y la actividad, pero que nunca baje de SPF 50.
¿Es invierno y salgo a la calle? Me quedo con una textura en crema, más densa, y un producto sin color, porque me gusta maquillarme después. ¿En verano? Prefiero el fluido y las nuevas texturas en agua-gel, que se absorben al momento, sobre todo cuando salgo a correr o voy a estar moviéndome y sudando. Y si voy a hacer vida social diurna aplico uno con color, porque en los meses de calor la base o fondo “me pesa”; en este punto me encantan las cremas ligeras o cremas-gel. Lo que siempre intento es que la piel no me quede blanquecina. Opciones, por suerte, hoy en día hay muchas.
- ¿Cómo decido el fotoprotector con activos anti-edad?
Aunque como he dicho, yo no soy partidaria de sustituir las cremas antienvejecimiento por un fotoprotector que haga las veces, en el mercado está la opción de escogerlos específicos contra las arrugas, la flacidez (ambos con vitaminas antioxidantes) y contra las manchas (con fórmulas que previenen y tratan a la vez la pigmentación).
- ¿Cómo uso el fotoprotector?
Si hemos dicho que es la mejor crema antiarrugas, saquémosle partido. Yo prefiero ponérmelo en casa unos 20 minutos antes de salir camino de la playa o la piscina en verano (en invierno está claro, siempre antes), porque en ese mini rato también me da el sol. Ya “en faena”, si estoy con las niñas, refugiarme en la sombrilla es tarea difícil, así que cuando no me baño no me quito el sombrero ni las gafas. ¡Y por cierto! Importantísimo extender el producto en el contorno de ojos y labios, porque la piel es más delicada y envejece antes. Reaplico cada dos horas o después de cada baño, y en las horas centrales, a cubierto: es imprescindible hacerlo por la potencia de la radiación, pero es que además, ya por curiosidad ¿no os morís de calor? Nunca entendí ese coleccionar puntos para la insolación y el soponcio. Atención a los días nublados: el 60% de la radiación pasa a través de las nubes, aquí la explicación de porqué uno puede quemarse sin hacer un sol de justicia.
Y por último, una frase grabada a fuego: “La piel tiene memoria”.
¿Y tú, cuál es tu crema anti-envejecimiento favorita? ¿Cómo escoges y utilizas el protector solar?