El Dr. Eduardo Nagore, jefe clínico del Servicio de Dermatología del Instituto Valenciano de Oncología (IVO) y coordinador de la Campaña Euromelanoma, de la que Cantabria Labs es colaboradora, organizada por la Fundación Piel Sana, nos explica la importancia de la autoexploración para detectar anomalías que podrían permitirnos diagnosticar un melanoma en su fase inicial.

A diario trato con pacientes afectados por melanoma, el cáncer de piel más importante, no por su frecuencia, sino porque es el que más muertes produce. Por ello, quiero que todo el mundo, ya sean o no perfiles de riesgo (personas con muchos lunares y con pieles muy sensibles a las radiaciones solares), tome las medidas necesarias para evitar quemaduras solares y adopte una rutina de autoexploración que permita diagnosticar el melanoma en su fase inicial y reducir así las posibilidades de que se produzca un desenlace fatal.

Este año, la Campaña Euromelanoma, ha puesto en marcha un concurso, llamado Cuentos Lunares, destinado a potenciar la salud de la piel mediante microcuentos y poemas. El objetivo es que cada persona sea portavoz para otras personas y, a través de un relato o de unos versos, muestre la importancia de cuidar y proteger la piel.

“Aunque prevengamos al máximo con todo tipo de medidas podemos tener un melanoma, así que lo más importante va a ser tratar de detectarlo en la fase inicial, en la fase precoz”

Nuestra mejor arma es la autoexploración. Los dermatólogos hacemos mucho hincapié en la autoexploración porque permite detectar el melanoma en la fase inicial, en la fase precoz. Cuanto antes lo pilles, menos probabilidad tienes de morirte, eso sin duda.

“Hay que conseguir que todo el mundo adquiera el hábito de autoexplorarse como el de lavarse los dientes”

La frecuencia recomendada de la autoexploración es una vez al mes y se trata de gastar sólo unos minutos en echarse un vistazo, eso sí, de arriba abajo. El melanoma no sólo se presenta en las zonas expuestas al sol, sino que sale en cualquier parte de la piel, en la cabeza, en los pies, en la zona genital… Da igual.

Todo el cuerpo tiene piel, todo el cuerpo tiene melanocitos y, por lo tanto, cualquiera de ellos se puede convertir en una célula de cáncer. Se trata de conocer nuestra piel y poco a poco ir revisando nuestros lunares.

“Hay que buscar cosas que cambien de color, que cambien de tamaño, que se abulten y que incluso piquen, duelan o molesten”

Dedicar tres minutos al mes a echarnos un vistazo puede evitarnos un cáncer de piel

Recomendamos también que la gente se haga un reportaje fotográfico al empezar, como un Google maps de tu propio de cuerpo, de manera que seas capaz de distinguir si aparece algo diferente, si hay algo que haya cambiado. Hay que buscar cosas que cambien de color, que cambien de tamaño, que se abulten y que incluso piquen, duelan o molesten. Y eso puede ocurrir igual en un lunar que tengas de toda la vida como en una cosa nueva que aparezca. Y para poder descubrir eso es importantísimo explorarse una vez al mes.

Muchos dicen que se les olvida, que no tienen tiempo. Pero si lo comparamos, por ejemplo, con la higiene bucal, vemos que si dedicamos tres minutos al día a lavarnos los dientes son 90 minutos al mes. Lo cual está muy bien, ¿eh?, que no quiero que se me enfaden los dentistas. Pero dedicas hora y media al mes para no tener caries, ¿y no vas a gastar tres minutos para no morirte de un cáncer de piel? Hay que conseguir que la gente tenga el hábito y contra viento y marea recuerde que un día al mes toca pegarse un vistazo. Y a la mínima que veas, a la consulta. A ningún dermatólogo le molesta que le consulten tonterías. Yo prefiero que me consulten 50 tonterías y pillar un melanoma a tiempo a que no me consulten y la gente se muera.