“Cuidarse por fuera es cuidarse por dentro”
La búsqueda del bienestar general es una tendencia que ha venido para quedarse: un estilo de vida saludable con la incorporación del deporte, buena alimentación y correctos hábitos, son los “trending topics” del día a día de la población.
Esta búsqueda del bienestar tanto interna como externa, se traduce en una búsqueda constante de la belleza y en conseguir un envejecimiento saludable o “well aging”. La Doctora Rosa Molina, Psiquiatra en el Hospital Clínico San Carlos, nos da las claves para que nuestra piel se vea saludable gracias al cuidado de la mente y de las emociones.
La piel expresa lo que la mente calla
La piel está intensamente conectada con nuestro cerebro. Cuando el embrión se forma tiene tres capas fundamentales. Una de ellas se ocupa exclusivamente de la formación de la piel y el cerebro para que veáis hasta qué punto están relacionados. Cuando intentamos callar algo la piel es la que lo cuenta. Por eso hay tantas afecciones de la piel como la dermatitis que se intensifican cuando por dentro no estamos bien.
“La piel y el cerebro están estrechamente relacionados”
¿Cómo afectan las emociones a la piel?
Muchos creen que las emociones solo vienen del cerebro pero en realidad se extienden por todo el cuerpo y se manifiestan de una manera muy importante en nuestra piel, que es el órgano más grande que tenemos.
Por ejemplo, cuando nos enamoramos, la piel se ilumina cuando tenemos miedo palidecemos y cuando sentimos vergüenza nos sonrojamos. Prácticamente podemos expresar todo con nuestra piel de la manera más pura sin filtros. Podemos modular o adaptar nuestro lenguaje, pero en nuestra piel todo aparece de una manera natural.
Actualmente estamos pasando por situaciones de mucho estrés, ¿cómo se refleja eso en nuestra piel?
Siempre digo que no estamos solo ante una pandemia. También ha estado con nosotros la pandemia del estrés, que es algo que desgraciadamente hemos normalizado desde hace mucho tiempo. El estrés es uno de los mayores enemigos de nuestra piel, especialmente el estrés crónico y mantenido en el tiempo, que puede producir cambios hormonales que afectan al equilibrio de grasa e hidratación de la piel. Además, puede aumentar la histamina y provocar que aparezcan picores o rojeces. Por otro lado, aumenta el cortisol que afecta a la luminosidad de nuestra piel y acelera el envejecimiento prematuro de la piel y del organismo en general. En salud mental también sabemos que ese estrés mantenido puede afectar a la memoria y a otras funciones cognitivas.
¿Qué tipo de emociones pueden provocarnos arrugas más marcadas, ojeras o pérdida de tono?
Aquí hay que hablar tanto de las emociones positivas como de las negativas ya que ambas tienen un impacto en la salud de nuestra piel. Seguro que habéis escuchado muchas veces la típica frase de “yo a partir de una edad evito sonreír mucho para que no se marquen las arrugas de expresión.”
Estar contentos y sonreír, aunque marquemos esas arrugas de expresión, tiene un impacto positivo interno. Liberamos endorfinas que van a hacer que estemos más relajados y bajar nuestros niveles de estrés. Por lo tanto, no hay que evitar las emociones positivas, hay que mantenerlas y expresarlas para contrarrestar ese estrés del que hemos hablado.
“Mantener las emociones negativas en el tiempo puede provocar un envejecimiento prematuro”
Las emociones negativas, en cambio, si bien tienen ese componente más negativo no debemos olvidar que son naturales y forman parte de nuestros mecanismos evolutivos de supervivencia. El problema no es tener estas emociones que son necesarias. El problema viene cuando las mantenemos en el tiempo y no sabemos regularlas porque ahí vamos a desarrollar ese efecto de envejecimiento prematuro de la piel y de nuestro interior.
En conclusión, no debemos tratar de inhibir ninguna de las dos, aunque, en la medida de lo posible, debemos intentar modularlas y cuidarnos a largo plazo.
“Cuidarnos por fuera es, sin duda, cuidarnos por dentro”
También se dice que cuidándonos por fuera nos cuidamos por dentro, ¿qué te parece?
Pasamos de una época en la que se daba excesiva atención a nuestro aspecto externo, olvidándonos de que nuestro mundo interior ocupa un papel muy importante, al momento actual donde se ve mal cuidarse por fuera. Es decir, hemos ido hacia un cerebrocentrismo, a pensar exclusivamente en ese mundo interior olvidándonos de que debemos tener el cuerpo presente, cuidarlo, y mimarlo un poquito.
Esos cuidados van a contribuir a disminuir los niveles de estrés y a desacelerar el envejecimiento. Cuidarnos por fuera es sin duda cuidarnos por dentro.