Guía Vida al Sol: La Dra. María Vitale nos habla de fotoprotección tópica
La radiación más dañina y responsable del 90% del daño de la piel es la radiación ultravioleta, con dos tipos de rayos: ultravioleta B (UVB) y ultravioleta A (UVA). El primero es el responsable de la quemadura solar, el segundo del envejecimiento de la piel y ambos de la pigmentación de la piel y posible aparición del cáncer de piel.
A la luz de las últimas investigaciones, hoy sabemos que otras dos radiaciones, los rayos Infrarrojos y la radiación visible; también participan en menor medida en la pigmentación y el fotoenvejecimiento cutáneo.
En este sentido, es muy importante protegerse de estas radiaciones y para ello, además de tener en cuenta el horario de exposición, buscar la sombra y usar sombrero, entre otros, es muy importante elegir adecuadamente el fotoprotector. Tendremos que fijarnos en lo siguiente:
-. El SPF: Debe ser al menos de 30. No debemos olvidar que este indicador refleja principalmente la parte de radiación que es capaz de provocar el enrojecimiento de nuestra piel. Por lo tanto, el número solo nos indica el grado de protección frente al enrojecimiento y debemos recordar que este valor depende de nuestra sensibilidad y tipo de piel.
-. Lambda crítica: Este símbolo de reciente introducción aparece así: λc 370nm. Significa que ofrece una efectiva protección “Amplio Espectro”, es decir, tanto de los UVB como de los UVA.
-. Composición antioxidante: la presencia de estas sustancias contribuye a reducir el daño ocasionado por la radiación solar.
-. Que sea agradable cosméticamente, en la actualidad pueden encontrarse fotoprotectores que protegen y además resultan humectantes, por lo que pueden incorporarse perfectamente en nuestra rutina de cuidado diario de la piel.
Cada piel tiene sus peculiaridades y cada persona tiene un tipo de fototipo específico. Por lo que, con este primer capítulo de la Guía Vida al sol en la mano, el dermatólogo podrá aconsejarnos cuál es nuestro fotoprotector tópico ideal.