La Radiación Infrarroja

Seguimos con radiaciones solares en “Vida al Sol” hoy le toca el turno a las radiaciones infrarrojas.

Lo cierto es que los rayos infrarrojos son poco conocidos por la población, fueron descubiertos en 1800 por un astrónomo inglés de origen Alemán llamado William Herschel, interesado en aprender cuánto calor pasaba a través de los filtros coloreados con los que observaba el sol.

Herschel pensó que los colores en sí podrían filtrar distintas cantidades de calor, por lo que diseñó un experimento para comprobar su hipótesis. Colocó un termómetro en el espectro obtenido por un prisma de cristal con el fin de medir el calor emitido.

Descubrió que el calor era más fuerte al lado del rojo y observó que allí no había luz. Esta es la primera experiencia que muestra que el calor puede transmitirse por una forma invisible de luz.

Herschel denominó a esta radiación «rayos calóricos», denominación usada a lo largo del siglo XIX, que finalmente, dio paso a la más moderna.

Más de la mitad de la energía solar que atraviesa la superficie terrestre nos llega en forma de esta radiación. El hecho de que sea la más importante cuantitativamente y que penetra hasta las capas más profundas de nuestra piel son razones por las que le debemos prestar una especial atención.

Pero… ¿qué efectos tiene sobre nuestro organismo?

Recientes estudios científicos han demostrado que esta radiación puede tener efectos dañinos sobre la piel. Además del aumento de temperatura que provoca debido a su efecto calorífico se ha visto también que por un lado podría aumentar la degradación del colágeno y por otro, al mismo tiempo reducir su síntesis.

Si esto fuese así, se traduciría en una pérdida de la elasticidad de la piel, efectos visibles en forma de arrugas, flacidez, es decir lo signos clásicos de pieles envejecidas a causa del sol.

A largo plazo, podría provocar una lesión directa en los órganos celulares, que son los responsables de suministrar energía a nuestra piel, por este motivo las debemos prestar una especial atención y estar protegidos.

Pero no todo son efectos perjudiciales, la radiación infrarroja también es la responsable de la sensación térmica, es decir, del calor que nos proporciona el sol y por ejemplo en tratamientos de lesiones deportivas estas radiaciones estimulan la glándula pituitaria, que libera endorfinas en el cuerpo a las que se conoce comúnmente como “analgésicos naturales”.